Se ha consolidado en el tratamiento del cáncer, pero los investigadores están a su aplicación en muchos otros campos
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Pertenece a la familia de la inmunoterapia, tratamiento que se basa en la estrategia de reforzar el sistema inmunológico humano
La terapia con células CAR-T es un tipo de inmunoterapia de vanguardia que utiliza células del sistema inmunitario del propio paciente que se modifican genéticamente para aumentar su eficacia y combatir algunos tipos de cáncer, sobre todo de la sangre (hematológicas), aunque también se están estudiando sus efectos en tumores sólidos. Además, los científicos avanzan en campos como el de las enfermedades autoinmunes.
Una de ellas es el lupus eritematoso sistémico (LES). Cuando una persona vive con LES, las células de su sistema inmune atacan por error tejidos sanos. Pueden experimentar síntomas en la piel, las articulaciones, los riñones, el cerebro y otros órganos. Según los expertos de la Sociedad Española de Reumatología (SER), acaba de presentarse un estudio «muy prometedor» que emplea la terapia con células CAR-T en pacientes con LES que no han mejorado con ningún tratamiento previo.
El trabajo lo firman investigadores alemanes. En él se ha demostrado que la terapia es segura, aunque el número de pacientes era reducido, como suele ser el caso cuando se utiliza un tratamiento por primera vez. Ninguna de las seis personas tratadas sufrió efectos adversos graves y, según la valoración de la SER, lo más relevante es que todos los pacientes obtuvieron remisión sin tratamiento y que, a largo plazo, mostraron valores negativos en la prueba de anticuerpos antinucleares, que sirve para determinar si una enfermedad autoinmune está activa.
Carlos Puente Bujidos, reumatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, recuerda que la terapia aún no está aprobada para los pacientes con lupus, pero considera que es una opción prometedora y espera «que estos resultados se confirmen a largo plazo para poder utilizarla en el futuro».
Terapia innovadora
La CAR-T pertenece a la familia de las inmunoterapias, tratamientos que se basan en la estrategia de reforzar el sistema inmunológico para que combata la enfermedad con mayor eficacia. No son las más utilizadas de esta familia. Les llevan ventaja, por ejemplo, los medicamentos conocidos como inhibidores de puntos de control inmunitario, que se usan en otros tumores además de los cánceres relacionados con las células sanguíneas (melanoma, pulmón, riñón y vejiga). No obstante, desde su aparición han llamado mucho la atención de la comunidad científica, entre otros motivos porque ha mostrado capacidad de mantener el cáncer a raya durante años.
Publicaciones especializadas de prestigio, como «Nature», se han referido a estas terapias como «uno de los avances más interesantes» en el mundo del cáncer, dada su eficacia en pacientes con leucemia y linfoma hasta entonces imposibles de tratar, y las han calificado de «éxito extraordinario». La misma revista ha repasado los avances para ponerlas a disposición de pacientes con enfermedades cardiometabólicas, autoinmunes, dolencias que presentan daños en los tejidos por fibrosis y problemas asociados al envejecimiento de las células. Incluso destacan la investigación con CAR-T en el campo de las enfermedades infecciosas, que desde el estallido de la pandemia preocupan tanto a los investigadores como a la sociedad en su conjunto.
Una de las líneas con más trayectoria, ya que es un área de investigación que lleva activa varias décadas, es en su abordaje contra el VIH, el virus que causa el sida. Aunque gozaron de cierto éxito en la década de los 90, no consiguieron controlar el virus a largo plazo. Desde entonces, el diseño mejorado de las CAR-T puede dar un giro a esta situación, mejorando su funcionamiento y su resistencia. Esos avances en la lucha contra el VIH se han puesto en práctica también en estudios con otras infecciones, como las que provoca el citomegalovirus, el virus de la hepatitis B, el virus de la hepatitis C, el aspergillus invasivo y la tuberculosis –causada por una bacteria.
La idea es emplearla en el futuro para tratar patologías cardiometabólicas, como la diabetes
En el caso de las enfermedades autoinmunes –como en casi todas– cuanto más se sepa sobre cómo se desencadena la enfermedad, más probabilidades hay de controlarlas. El pénfigo vulgar es una dolencia que los expertos entienden bastante bien. Es una enfermedad de la piel que, a pesar de su nombre, es poco frecuente, y que se caracteriza por provocar ampollas o llagas, y puede llegar a ser muy grave. Algunos investigadores han modificado células del organismo, con una técnica algo diferente a las de las CAR-T que se usan en hematología, para evitar que los anticuerpos dañinos que son propios del pénfigo vulgar hagan de las suyas. Visto el éxito en modelos animales, se puso en marcha hace poco el primer estudio en humanos, que aún está llevándose a cabo.
El mismo planteamiento se está utilizando en personas con hemofilia que desarrollan anticuerpos contra el factor de coagulación conocido como FVIII. Lo que estos dos tipos de estudios sugieren es que, si se sabe cuál es la célula inmune que está funcionando mal, es posible diseñar terapias con CAR-T para que las inactiven.
Cuando no se conoce del todo el mecanismo causante de la enfermedad autoinmune, como en el caso del lupus eritematoso sistémico, las CAR-T funcionan de una forma diferente, buscando cortar el paso a las células B. Así es como han demostrado su utilidad en modelos animales de la enfermedad, de donde dieron el salto a los estudios con pacientes. En este esquema, han mostrado capacidad para evitar los síntomas, tratar la enfermedad e incluso incrementar la esperanza de vida.
La investigación con esta técnica para tratar el sida lleva en marcha desde la década de los 80
También la inactivación de las células B ha dado buenos resultados en fases iniciales de la miastenia gravis una enfermedad neuromuscular que se caracteriza por causar debilidad y fatiga de los músculos que controlamos de forma voluntaria. Su origen es una alteración en la comunicación normal entre los tejidos nerviosos y los músculos. En la miastenia gravis, el sistema inmunitario produce anticuerpos que bloquean o destruyen muchos de los receptores de los músculos que permiten esa comunicación. También en este caso se han puesto en marcha ya los estudios con pacientes.
Otra forma de usar las CAR-T es controlar la respuesta del sistema inmunitario cuando esta es excesiva y acaba dañando tejidos sanos. Tres ejemplos de este tipo de estrategia, aún en fase preclínica –antes de probarla en personas– son la colitis, la esclerosis múltiple y la diabetes tipo 1 –la que se presenta en la infancia y es de origen autoinmune–.
Además, se ha sugerido la posibilidad de emplear CAR-T para evitar el rechazo de los órganos utilizados en trasplantes. Es una línea de investigación con buenas perspectivas pero aún en fases preclínicas.